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Bélgica, Tedesco y la alquimia

La selección de Bélgica, bajo las órdenes de Domenico Tedesco, busca alargar el efecto de una generación entre la redención y la despedida

Domenico Tedesco durante el partido de la Eurocopa 2024 ante Rumanía

Es duro convivir con la sensación de dejar pasar los trenes importantes. En una sucesión de oportunidades no aprovechadas, el aprendizaje a menudo se juzga insuficiente. Para Bélgica y algunos de sus mejores representantes, la Eurocopa 2024 se ha convertido en una última bala que disparar de manera certera, para añadir un éxito a la historia del combinado. Con jugadores caídos ya en la búsqueda de la excelencia, Domenico Tedesco trata de encontrar la fórmula del elixir de la eterna juventud y alargar la capacidad competitiva de sus mejores hombres.

Más allá de las lecturas individuales, Tedesco ha intentado hacer alquimia con las bondades que le han sido otorgadas. La primera derrota pareció confirmarle al italoalemán que necesitaba dar un golpe de efecto de cara a las opciones de Bélgica, y poder mirar hacia adelante. Algo que no dudó en hacer tras el tropiezo ante Eslovaquia (0-1), afrontando esa segunda oportunidad ante Rumanía con cambios más acertados que llamativos.

Apostó por dos defensas menos expeditivos, como Theate y Vertonghen, que además de experiencia, le dio estabilidad. Dejó volar a Doku en su banda preferida, la izquierda, en detrimento de un Trossard más fiable como recurso que como argumento. Lukebakio, ídolo underground, hizo de espejo del jugador del City en la derecha, alborotando con calidad el perfil zurdo de la defensa rumana, además de dar opciones interesantes a un Tielemans que también entró a ordenar en defensa y a comandar en ataque, junto a un Onana muy regular y valioso como compañero y un De Bruyne, por delante, que agradeció la entrada del veterano centrocampista del Aston Villa.

Esa fue una de las claves esenciales. Kevin de Bruyne, el rubio de oro del Manchester City, se sintió más activo y liberado con la red de seguridad que Tedesco le puso a cubrir sus movimientos ofensivos. Dentro de esa burbuja, De Bruyne volvió a ser el catalizador de juego de una Bélgica que parece volver al raíl de la ambición a lomos del talento del ‘7’ belga. Algo que no sólo disfrutó Lukaku, negado ante el gol, pero acertado en casi todo lo demás, sino que fue clave para madurar una victoria rotunda y necesaria ante un rival que había mostrado una gran fortaleza ante Ucrania.

Esa fue una de las claves esenciales. Kevin de Bruyne, el rubio de oro del Manchester City, se sintió más activo y liberado con la red de seguridad que Tedesco le puso a cubrir sus movimientos ofensivos. Dentro de esa burbuja, De Bruyne volvió a ser el catalizador de juego de Bélgica

Fueron cuatro los cambios durante el partido contra Rumanía: Trossard, Debast, Carrasco y Mangala. Todos ellos habían partido como titulares ante Eslovaquia, y su contribución fue mayor y más consistente desde el banquillo que saliendo en el once inicial. Tedesco supo leer dónde poder pulir las dificultades de su equipo sin la revolución que parecía pedir el primer resultado en Alemania, a pesar de que sólo la mala suerte les hizo caer ante los eslovacos.

Gracias a las vicisitudes del Grupo E, que ha resultado ser el más divertido desde el punto de vista colectivo, Bélgica sigue con posibilidades intactas de cumplir con su condición de favorito respecto a sus rivales, Eslovaquia, Rumanía y Ucrania, incluso cuando este último duelo ante los ucranianos asuste especialmente tras la mejoría de los de Serhiy Rebrov. Ante ese duelo, los ‘Diablos Rojos’ encaran la realidad omnipresente a la que nos enfrenta el fútbol: Bélgica es capaz de competir ante cualquier oponente, pero debe demostrarlo tantas veces sea necesario.

Ir de más a menos parecía una impronta necesaria en cada camino iniciado por los belgas en los últimos tiempos, pero Tedesco y la Eurocopa de 2024 en Alemania parecen haber cambiado esa dinámica. La imagen de un Lukaku desesperado, tras tres goles anulados en esta primera fase de grupos, es representativa del momento de Bélgica en lo que a acierto se refiere. La revolución no acaba de llegar, es cierto, pero los mimbres parecen ser suficientes para que los belgas se declaren aptos para la pelea.

Los guerreros son los que son, están los que están. Los elegidos de Domenico Tedesco se han presentado a la cita y en la Eurocopa parecen poder despertar a pesar de los golpes que el azar les ha ido asestando. Encarando esos octavos de final, la Bélgica que queda en manos del calabrés sigue mirando adelante con la esperanza de que la última bala, esa que se reserva siempre por si quedan batallas por librar, es la certera.

Una promesa que no acabó por cumplirse

Heredero de la generación que tuvo en sus manos Roberto Martínez, se espera que Tedesco sea el que rescate del olvido el rendimiento de la que probablemente sea la mejor generación de la historia de Bélgica. No está siendo fácil, e incluso han tenido algún tropiezo inesperado, pero jugadores como Lukaku, Witsel, Vertonghen o De Bruyne siguen defendiendo el estandarte de esa camada que hizo soñar al todo un país. Aunque, de momento, en vano: quienes creyeron que se vería un gran éxito internacional tras aquel oro temprano de los Juegos Olímpicos de 1920 en Amberes (ante España, de hecho) siguen esperando.

Un vacío frío y decepcionante, más allá de alguna participación destacada en los últimos tiempos: llegó a ser semifinalista en la Nations League en la temporada 20-21 e incluso terminó como tercera clasificada del Mundial de Rusia en 2018. La eterna promesa de Bélgica se acabó por apagar sin que ese triunfo deseado y esperado llegara, aunque la última bala sigue viva. 

 


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Fotografía de Getty Images.