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La Polonia irrepetible del Mundial 82

Polonia se despidió de la Euro 2024, en una nueva actuación decepcionante; la resaca del éxito de 1982 sigue siendo inalcanzable

Boniek durante el Polonia Francia por el tercer puesto del Mundial 1982

“El público entusiasta arrojó flores a los componentes de la selección, cantó himnos patrióticos y agitó banderas. Trompetas y tambores acompañaron también al caluroso recibimiento. Sin embargo, algunos jugadores no estuvieron en condiciones de comprender lo que pasaba porque habían aprovechado su estancia en Madrid para tener festejos alcohólicos abundantes”, dijo El País sobre la bienvenida, “afectuosa, incluso triunfal”, de Polonia a su selección tras el Mundial de 1982, jugado en España. La selección había cosechado una histórica tercera posición, en medio de una realidad profundamente delicada e inestable para el país: en diciembre se había declarado la ley marcial, vigente hasta finales de julio.

El equipo polaco había debutado en el Mundial el 14 de junio, con un empate contra Italia en Vigo. En la previa, su entrenador, Antoni Piechniczek, ya había asegurado que “el resultado más probable será de empate”, en unas declaraciones recogidas en la previa de Mundo Deportivo. La noticia también contaba que “los italianos temen mucho a un jugador polaco que en la próxima temporada será compañero de seis seleccionados italianos que militan en la Juventus, club al que pertenecerá Boniek por permiso especial de la Federación Polaca de Fútbol, ya que sólo cuenta con 26 años, dos menos de los permitidos para jugar en equipos extranjeros”. El vestuario polaco, según el mismo texto, situaba como favoritos al título a Brasil, a Alemania y a España.

El empate a cero goles de la primera jornada dio paso al empate a cero goles de la segunda jornada, contra Camerún en el estadio de Riazor: Polonia no había sabido superar ni a Dino Zoff ni a Thomas N’Kono. Pero descorchó el champán en la tercera y última jornada de la fase de grupos. Y por la puerta grande: con un 5-1 contra Perú en A Coruña. Con cinco goles en 20 minutos, del 55′ al 75′, obra de Wlodzimierz Smolarek, Grzegorz Lato, Zbigniew Boniek, Andrzej Buncol y Wlodzimierz Ciolek. “¡Despertó Polonia!”, título Mundo Deportivo: “Si hasta ahora nadie temía a Polonia, después de esta resurrección este seleccionado deberá tenerse muy en cuenta. Jugando como lo ha hecho hoy puede ponerle los pelos de punta a cualquiera”. Las victorias todavía contaban dos puntos y Polonia pasó como primera de grupo con cuatro puntos: uno más que Italia, segunda con pleno de empates, y Camerún, tercera y eliminada. 

Se jugó después una segunda liguilla, con cuatro grupos de tres selecciones que debían pelear por un billete a las semifinales. Polonia empezó con una brillante victoria en el Camp Nou por 3-0 contra Bélgica, lastrada por la baja del sancionado Jean-Marie Pfaff y avasallada por Boniek. Marcó un hat-trick que ratificó su condición de estrella mundial, para frustración de Theo Custers, portero del Espanyol, y para disfrute de Giovanni Trapattoni, técnico de la Juventus. Después del partido le preguntaron si la presencia de su futuro entrenador había influido en él: “En absoluto. Me hubiera preocupado si aún hubiera tenido que firmar el contrato, pero ya lo había hecho. Además, hoy juego por Polonia”, remarcó entre risas.

También afirmó que estaba “molesto con la prensa de mi país, que ha dicho que estoy pensando más en la Juventus que en la selección, pero creo que he demostrado que no es así”. Y también habló Lato: “Nuestra transformación se debe a que hemos estado ocho meses sin jugar ningún partido importante y la primera fase ha sido como un entrenamiento. A partir de ahora verán quién es Polonia y que puede llegar, por lo menos, a ocupar el tercer puesto que obtuvo en el Mundial de Alemania”. Fue en 1974, ocho años antes, y Polonia se impuso a Brasil en el partido por el tercer puesto, con un gol del propio Lato y después de ganar por el camino a Argentina o Italia.

Ya se hablaba de los Boniek Boys, cuyo valor crecía de manera exponencial. Desde la propia federación admitían que el precio de los jugadores estaba subiendo, bajo de la premisa que “el Mundial no es sólo deporte, sino también un negocio”

La goleada contra Bélgica multiplicó la confianza del vestuario. Hasta el punto de que su entrenador ya dio por hecho el pase a las semifinales antes del partido ante la Unión Soviética: “Sea quien sea nuestro rival, Polonia saldrá a ganar y demostrar que es mejor que su contrincante”. “Para los polacos todo es alegría”, apuntaba un pie de foto de una noticia de Mundo Deportivo, titulada Los polacos, relax, compras y bromas. El texto contaba que el día anterior la selección había estado en Barcelona para visitar monumentos y realizar compras, tras una mañana en la piscina del hotel: “Los polacos se lo montaron en plan festivo, en su cuartel general cerca de Esparraguera y trataron, con buenas maneras pero con firmeza de echar vestida a la piscina a una guapa periodista del diario Dicen… que cubría la habitual información de la concentración”. El periódico ya hablaba de los Boniek Boys, cuyo valor crecía de manera exponencial. Desde la propia federación admitían que el precio de los jugadores estaba subiendo, bajo de la premisa que “el Mundial no es sólo deporte, sino también un negocio”. 

La hemeroteca también testimonia que aquellos días, justo entre los partidos contra Bélgica y contra la Unión Soviética, se levantó el toque de queda vigente en Varsovia: “Levantado el pasado 30 de abril, el toque de queda, que fue impuesto con la proclamación del estado de sitio, el 13 de diciembre de 1981, fue restablecido tres días más tarde en varias ciudades de Polonia a raíz de los incidentes callejeros que se produjeron en varias manifestaciones convocadas por el sindicato independiente Solidaridad”, dijo El País.

La URSS también había vencido a Bélgica (1-0) y la primera posición del grupo y el billete a las semifinales se decidió en la última jornada, con un nuevo empate a cero goles que benefició a Polonia. “Presunta cenicienta del grupo europeo del Camp Nou, Polonia ha conseguido por segunda vez en los últimos ocho años estar, de momento, entre las cuatro mejores selecciones del mundo”, relató Mundo Deportivo. “La clasificación de Polonia se podría decir que es la clasificación de la humildad y de la, por llevarlo a un ejemplo muy polaco en este momento, solidaridad. Porque sin un juego espectacular, a lo brasileño, o sin la consistencia de una Inglaterra, por ejemplo, ha conseguido un bloque sólido, responsable y motivado que le ha permitido asumir grandes riesgos y subirse a un pedestal que nadie hubiera pronosticado antes del inicio de la competición”, aseguraba el texto. El partido contra Bélgica sólo dejó una noticia triste: Boniek había visto una tarjeta amarilla en los últimos minutos que acarreaba sanción. La gran estrella de Polonia sería baja para el encuentro de semifinales, con Italia.

Las escapadas de Boniek

Aunque Boniek también fue protagonista en las horas previas al partido: “Se escapó anoche de la concentración de su equipo, con una bella intérprete, a una discoteca de Barcelona donde se celebraba una fiesta de despedida del Mundial. Estuvo con su acompañante en la discoteca bailando hasta cerca de las 6 de la mañana y a dicha hora se dirigió al hotel de la selección polaca. Al llegar al mismo fue requerido por los servicios de seguridad para mostrar su identificación, quedando retenido en la entrada junto a la intérprete hasta llegada del jefe de la expedición polaca, que  desconocía la marcha del jugador a la noche de Barcelona”, explicó Mundo Deportivo sobre el ’20’ polaco. En 2004 Pelé le incluyó en la lista de los mejores 125 futbolistas vivos.

Polonia ensayó penaltis antes del partido contra Italia, pero no se llegó a la tanda. Paolo Rossi puso fin al sueño polaco con un doblete. Sería el Balón de Oro y también ganaría la Bota de Oro del campeonato, con seis goles: uno más que Karl-Heinz Rummenigge y dos más que Zico y Boniek, cuarto en la clasificación del Balón de Oro. Jugó el Mundial como futbolista del Widzew Lódz. De hecho, sólo dos de los 22 futbolistas polacos jugaban fuera del país: los delanteros Lato, en el Lokeren belga, y Andrzej Szarmach, en el Auxerre, ambos nacidos en 1950. Los dos figuran en el top 10 de goleadores históricos de la selección de Polonia, liderado por Robert Lewandowski (82) y con Lato en el tercer puesto. Eran dos de los cuatro ‘supervivientes’ del Mundial de 1974, junto a Marek Kusto y Wladyslaw Zmuda. En la cita de Alemania Occidental, los 22 jugadores convocados competían en su país y Lato consiguió la Bota de Oro con siete dianas y Szarmach compartió la medalla de plata con Johan Neeskens.

Ocho años después, el Mundial de 1982 significó un antes y un después con relación a la salida de futbolistas al extranjero. Porque además de Boniek, también emigraron Pawel Janas, al Auxerre; Marek Kusto, al Beveren belga; y Żmuda, el capitán, al Hellas Verona. “Tengo 28 años y es la ocasión que se me presenta para poder jugar fuera de Polonia. Es a lo que aspiramos los jugadores de mi país y yo he tenido la gran suerte de conseguirlo”, admitió el defensa en una entrevista concedida a Mundo Deportivo.

Tras dos semanas en tierras catalanas, Polonia puso rumbo a Alicante, sede del partido por el tercer puesto. Se disputó el sábado 10 de julio, dos días después de las dos semifinales, en el Rico Pérez, y Piechniczek jugó con Mlynarczyk, campeón de la Copa de Europa con el Oporto (1987); Dziuba, Żmuda, central con el ‘9’, Janas, Majewski; Kupcewicz, Buncol, Matysik; Lato, Boniek y Szarmach. La selección francesa, eliminada en los penaltis por Alemania Federal en el Sánchez-Pizjuán, se adelantó antes del cuarto de hora por mediación de René Girard, pero Polonia remontó con tres goles en seis minutos, de Szarmach, Majewski y Kupcewicz, antes de que Alain Couriol cerrara el partido con el 3-2 definitivo. La selección polaca había vuelto a hacer historia.

Y Boniek, Lato y compañía fueron recibidos con flores, himnos y banderas como héroes. De resaca, pero héroes.

 


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Fotografía de Getty Images.