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Sommer, de café para cafeteros a referencia continental

El suizo ha pasado de ser un portero exótico a ojos de la afición a ser una de las puntas de lanza del Inter de Milán de Inzaghi

Las bicicletas son para el verano como Suiza lo es cada dos años. Ver a Ricardo Rodríguez con la camiseta del combinado helvético o los golazos ya protocolarios de Xherdan Shaqiri es sinónimo de que se disputa un torneo de selecciones. En el corazón de los Alpes se puede apreciar que, a veces, no hace falta recorrer medio mundo para encontrar exotismo. Yann Sommer representa a la perfección esta premisa. Sus cualidades, combinadas con el carisma que le dan su peinado y su altura de 1,83 metros siendo un portero, lo convertían en café para cafeteros. Pero este año, por primera vez en su carrera, Sommer no disputa una Eurocopa como un guardameta ‘indie’, sino como una de las principales referencias bajo palos del Viejo Continente, tras la determinación mostrada en el Inter de Milán.

Sommer es de los que tuvo que curtirse para poder dar el salto a la élite. El Basilea tuvo la vista y la astucia necesarias para captar su talento, pero le obligó a trabajar fuera del club para ganarse un futuro en su puesto. Primero en el Vaduz, de la vecina Liechtenstein, y posteriormente en el Grasshopper Club Zúrich. No fue hasta la temporada 2010-11 cuando los rojiazules lo asentaron en el primer equipo para que, en la siguiente campaña, asumiese la total responsabilidad de la portería. Tres cursos en los que también disputó la Champions League fueron suficientes para que una de las principales ligas europeas, la Bundesliga, llamase a su puerta. En 2014, el Borussia Mönchengladbach le necesitaba y el cancerbero no dudó en aprovechar la oportunidad.

La tarea del suizo en el Mönchengladbach no iba a ser fácil: debía sustituir a un Marc-André Ter Stegen que, con 22 años, se marchaba al Barcelona. Tomar el relevo de un portero joven que ‘solamente’ llevaba cuatro años en el primer equipo podía parecer fácil. Sin embargo, Ter Stegen no era un jugador cualquiera, sino uno de los hijos pródigos del club. Con Sommer, los ‘Potros’ buscaban repararse emocionalmente del dolor de ver cómo uno de sus retoños hacía las maletas a los 18 años porque le esperaba una vida, a priori, mejor. O por lo menos, con un techo mayor al que podía aspirar en su hogar natal. Los alemanes vivieron en sus carnes la realidad del sur de Europa, que tantas veces acogen. Pero el helvético, con su regularidad y sus grandes actuaciones, pasó rápidamente de ser visto como una tirita a un nombre propio del Gladbach.

Del sueño a la pesadilla

Durante ocho años, la vida del guardameta estuvo hecha ‘a la suiza’: transmitía paz y estabilidad. Un puesto asegurado en el Mönchengladbach y, cada dos años, un perfil de culto para los aficionados no habituados a la Bundesliga gracias a la selección helvética. Todo cambió en 2023. El Bayern de Múnich, sumido en la urgencia de encontrar un sustituto de garantías temporal de un lesionado Manuel Neuer, acudió a Sommer. Inicialmente, el Gladbach se cerró en banda a venderlo, pero finalmente lo hizo a cambio de nueve millones de euros. “Debido a lo mucho que este club le debe, exploramos la posibilidad de satisfacer sus deseos, lo que hemos podido hacer por una cantidad aceptable y con la condición de que le encontremos un sustituto adecuado de inmediato”, declaró el director deportivo de los ‘Potros’, Roland Virkus.

Yann fue arrastrado por una avalancha de barro. Él no se merecía eso. Se convirtió víctima un mecanismo que sólo ocurre en el Bayern”, afirmó en una entrevista el seleccionador suizo, Murat Yakin

Para Sommer, la oportunidad del Bayern era especial. Significaba coger el tren del reconocimiento y optar a los títulos importantes después de muchos años siendo un perfil ‘indie’, con la consiguiente infravaloración por parte del público general. Pero lo que parecía un sueño acabó convirtiéndose en una pesadilla. Los bávaros, históricamente con las ideas muy claras, se sumergieron en el caos tras despedir a Julian Nagelsmann. A pesar de estar clasificados para los cuartos de final de la Champions y sólo perder tres partidos de los 37 disputados, hubo demasiada ansiedad por no dominar con el habitual puño de hierro la Bundesliga. La división entre el técnico y gran parte del vestuario era total, por mucho que algunas voces como la de Joshua Kimmich hicieran contrapeso a favor de Nagelsmann. El suizo se convirtió en un hombre adecuado en el momento equivocado.

Con el Bayern convertido en un lugar en el que se podían lanzar dardos libremente, Sommer pasó a ser un blanco ideal de las críticas. Los bávaros estaban sumergidos en un contexto bélico y la nostalgia de no disponer aún con Neuer provocó que apuntaran con más fuerza contra el suizo. El gigante alemán salvó la temporada alzando la Bundesliga en la última jornada, pero tanto el portero helvético como su entorno sabían que debía huir lo antes posible. “Yann fue arrastrado por una avalancha de barro. Él no se merecía eso. Se convirtió víctima un mecanismo que sólo ocurre en el Bayern”, afirmó en una entrevista para Sport1 el seleccionador suizo, Murat Yakin, que también le entrenó en el Basilea. 

La propia víctima confirmó en Blick todo lo sucedido: “Tuvimos una situación extremadamente salvaje en el Bayern. Despidos, cambios, mucho malestar y varias cuestiones extradeportivas. Aprendí cómo funcionan las cosas en el Bayern. Eliges uno o dos jugadores y luego los medios disparan. Y luego eliges a otros dos. Y entonces fue mi turno. Pero no tenía ganas de defenderme públicamente”. Sommer fue durante medio año L’Anche déchu de Alexandre Cabanel, pero Simone Inzaghi hizo que volviera a volar. El Inter de Milán, vigente subcampeón de Europa, pensó en el suizo para sustituir a André Onana, vendido al Manchester United por 50,2 millones de euros. Un perfil con experiencia para reemplazar a un portero más que amortizado económicamente pero con características totalmente distintas. Agua y aceite. Aun así, el cambio funcionó.

Onana es un jugador que, además de tener una gran agilidad para parar, destaca por su descaro a la hora de jugar el balón. Era un perfil ideal para las salidas que proponía Inzaghi. Con el helvético, el Inter de Milán ha encontrado a un portero cumplidor en este último aspecto, pero también un sostén sobre el que mantener los partidos. Los ‘nerazurri’ han ganado el 95% de los enfrentamientos en los que ha participado el suizo, un tipo capaz de meterse en el barro cuando los rivales asedian su portería y hay que desbaratar las amenazas, pero también de ser infalible cuando su equipo domina y él debe mantener la atención para aparecer, a lo sumo, en cuatro jugadas puntuales. Eliminaciones como las de los octavos de final de la Coppa Italia o la Champions League generaron turbulencias, pero al Inter no se le escapó el Scudetto. Poético, que el primer gran título del que el arquero ha sido partícipe y en el que ha tenido confianza plena sea la liga italiana, una competición que siempre exige lo que ha demostrado Sommer a lo largo de su carrera: trabajo, constancia y calidad. En un país cafetero como Italia, a sus 35 años, el guardameta ha dejado de limitarse a ser café para cafeteros, y sellarse como una de las referencias bajo palos del Viejo Continente.


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Fotografía de Getty Images.